viernes, septiembre 29, 2006

Vamos, Lobo, que me muero

Norma le gritaba cosas relacionadas con la muerte.
La coloradita Flopy quería que enfocaran a papá, el presidente de la filial Sanguinetti.
“El Lobo Añejo” Roberto la miraba al revés.
Mari cebaba mates y parecía lagrimear.
Manuel nos hablaba de pasión y tecnología, que pueden estar juntas.
Lunáticos lobos que le hablaban a una pantalla
Por Gabriel “Colo” López De la Redacción de Hoy
Dani dejó de barrer en la terminal; Carlitos de emparchar cámaras y partió de la bicicletería al bar; Zotty dejó de ensayar para los Ensías; Hugo Zuleta llegó cansado de entrenar a los arqueros de la Villa; Gerardo apagó las luces del taller; el Pela Barclay le dejó a otro el quiosco; César Guerra rezaba para que no haya viajes en la remisería.
Todos a ver a Gimnasia.
Como refrescarse los pies en una fuente, como ponerse barro después de una picazón, como el beso de los enamorados, o “como ver estrellitas” que dijo ver Norma Caparelli la tarde del ascenso con Racing.
Ella dejó su casa sola, que está en 51 entre 4 y 5, a la vuelta de la sede.
Sí, necesitaba estar con el calor humano de los adictos al Lobo.
Fluminense la inquieta.
¿Vio cómo se llama el 6? Marcelo. Jugó al básquet de los 15 a los 36.
“Estás en orsai, mongui” chutó a Silva.
La cyberfilial Favaloro nota el corazón inflamado de orgullo.
Roberto Gigli, cuyo nick es El lobo añejo, pasó la noche atrás de la pantalla, con todo al revés, como es ser de Gimnasia, una elección para complicarse más la existencia.
“Número oficial, se vendieron 900 entradas” confirmó Jorge Morales, del Puente Roma de Berisso, y siguió con esa manía de decirle “navo” a cualquier rival o propio que no haga lo que él desea.
¡Vamos, Lobo, que me muero...! Me impacta el grito de Norma, que recibe mates de la Mari.
¿Qué le pasa a la hermana de Daniel Caparelli?
“Me quiero morir con la camiseta puesta”, eso pasa.
Su hermano fue pilar en la remodelación de 60 y 118.
Qué señora tripera.
El primer día que la llevaron a 60 y 118 fue en tranvía con un traje de marinerito.
Paso por Lobo Bar, más enfermos con parálisis de TV.
Ahí se escucha mejor el relato del Bambino Pons (así le dicen por Veira) y los comentarios con voz de subte de Fassini.
Sándwiches grandes a 1,50.
¡Vamos, Lobo, que me muero...! Me atrona la mente.
Divago y pienso en El Lobo Polar Currás que está en Suecia, o El Lobo Carioca, Ricardo Lorenzetti que un día marchó a Río de Janeiro.
Son integrantes de la ciberfilial.
¡Ja!, capaz que Ricky no va a estar en esta tribuna pelando sobaco y creyéndose dueño de La 22 por un día.
Banderas rodean la cancha de básquet: sobredosis tripera.
La más fiel. Tanchi. Barrio Gambier, pasión de fierro, No hay razón para esta locura, Movimiento terremoto.
Una prima del Gallego Rosl, perlita. De 15 y 527 llegó junto a sus dos varones y su terrible coloradita.
Es Fabiana Bianchi que nos contó una de su Flor: “me pidió ser socia porque le gusta Nico Cabrera”.
Era necesario preguntarle a la piba, conocerla mejor: 9no año del Virgen del Pilar y le dicen La Barrabrava.
“En el curso me junto con todos, también con los de Estudiantes, ¿por qué no? son personas normales con la única condición de amargos”.
¡Ah!, faltaba algo más. Su papi, Rubén Mendivil, es presidente de la filial del Topo y fue a Brasil a explotar de locura junto a las bombas.
“Mamá, ¿me acompañás?” dijo Pamela, estudiante de 2do año de Periodismo Deportivo.
Se puso la camiseta, sintió envidia de un compañero de la facultad que se mandó para allá (Leandro De Batista) y sentada en una platea detrás de un aro me dijo: “Soy re antipincha, partiendo de la base de que en mi familia son todos de Estudiantes”.
Hermosa joven contrera, buena gente como su vieja Susana, de Altos de San Lorenzo, de donde es El Tano.
Compren, compren numeritos que se rifan 4 camisetas.
“Vamos, Lobo, que me muero”.
Abrazo al Banana, que fuma y cuenta “a las 12 del martes estaba en el club Unión y Fuerza, me despedí de la barra y me fui a casa, a tirarme un rato porque a las 4 salía el micro para Brasil; me quedé dormido, me lo perdí, y me invitaron, iba gratis, iba” enloquece.
“Gracias a la teconología, a pesar de la distancia, estamos todos juntos, con valores como el deporte, el ejercicio de la ética y otras buenas costumbres que se pueden globalizar”...
Era el sermón de Manuel de Olamo cuando estallaron los mil con el gol de Diego Armando y nos traspapelamos, nos fuimos de la nota, nos fuimos a volar, como el fútbol te permite, casi todas las veces que juega Gimnasia.



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jueves, septiembre 28, 2006




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